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Capítulo 15
Jesús, la vid verdadera
15:1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
labrador.
15:2 Todo pámpano que en mí no
lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará,
para que lleve más fruto.
15:3 Ya vosotros estáis limpios por la
palabra que os he hablado.
15:4 Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis
en mí.
15:5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos;
el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
15:6 El que en mí no permanece, será
echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y
los echan en el fuego, y arden.
15:7 Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os
será hecho.
15:8 En esto es glorificado mi Padre, en que
llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
15:9 Como el Padre me ha amado, así también
yo os he amado; permaneced en mi amor.
15:10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis
en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre,
y permanezco en su amor.
15:11 Estas cosas os he hablado, para que mi
gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
15:12 Este es mi mandamiento: Que os améis
unos a otros,
como yo os he amado.
15:13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno
ponga su vida por sus amigos.
15:14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis
lo que yo os mando.
15:15 Ya no os llamaré siervos, porque
el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos,
porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
15:16 No me elegisteis vosotros a mí,
sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis
y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
15:17 Esto os mando: Que os améis unos
a otros.
El mundo os aborrecerá
15:18 Si el mundo os aborrece, sabed que a mí
me ha aborrecido antes que a vosotros.
15:19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría
lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo,
por eso el mundo os aborrece.
15:20 Acordaos de la palabra que yo os he dicho:
El siervo no es mayor que su señor.
Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán;
si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
15:21 Mas todo esto os harán por causa
de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.
15:22 Si yo no hubiera venido, ni les hubiera
hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su
pecado.
15:23 El que me aborrece a mí, también
a mi Padre aborrece.
15:24 Si yo no hubiese hecho entre ellos obras
que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora
han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre.
15:25 Pero esto es para que se cumpla la palabra
que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.
15:26 Pero cuando venga el Consolador, a quien
yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede
del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
15:27 Y vosotros daréis testimonio también,
porque habéis estado conmigo desde el principio.
Capítulo 16
16:1 Estas cosas os he hablado, para que no tengáis
tropiezo.
16:2 Os expulsarán de las sinagogas; y
aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde
servicio a Dios.
16:3 Y harán esto porque no conocen al
Padre ni a mí.
16:4 Mas os he dicho estas cosas, para que cuando
llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.
La obra del Espíritu Santo
Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba
con vosotros.
16:5 Pero ahora voy al que me envió; y
ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?
16:6 Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza
ha llenado vuestro corazón.
16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que
yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros;
mas si me fuere, os lo enviaré.
16:8 Y cuando él venga, convencerá
al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
16:9 De pecado, por cuanto no creen en mí;
16:10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y
no me veréis más;
16:11 y de juicio, por cuanto el príncipe
de este mundo ha sido ya juzgado.
16:12 Aún tengo muchas cosas que deciros,
pero ahora no las podéis sobrellevar.
16:13 Pero cuando venga el Espíritu de
verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará
por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir.
16:14 El me glorificará; porque tomará
de lo mío, y os lo hará saber.
16:15 Todo lo que tiene el Padre es mío;
por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
La tristeza se convertirá en gozo
16:16 Todavía un poco, y no me veréis;
y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre.
16:17 Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros:
¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me
veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy
al Padre?
16:18 Decían, pues: ¿Qué quiere decir con: Todavía
un poco? No entendemos lo que habla.
16:19 Jesús conoció que querían preguntarle, y
les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros
acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis,
y de nuevo un poco y me veréis?
16:20 De cierto, de cierto os digo, que vosotros
lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero
aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá
en gozo.
16:21 La mujer cuando da a luz, tiene dolor,
porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño,
ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre
en el mundo.
16:22 También vosotros ahora tenéis
tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón,
y nadie os quitará vuestro gozo.
16:23 En aquel día no me preguntaréis
nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre
en mi nombre, os lo dará.
16:24 Hasta ahora nada habéis pedido en
mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
Yo he vencido al mundo
16:25 Estas cosas os he hablado en alegorías;
la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino
que claramente os anunciaré acerca del Padre.
16:26 En aquel día pediréis en
mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,
16:27 pues el Padre mismo os ama, porque vosotros
me habéis amado, y habéis creído que yo salí
de Dios.
16:28 Salí del Padre, y he venido al mundo;
otra vez dejo el mundo, y voy al Padre.
16:29 Le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas
claramente, y ninguna alegoría dices.
16:30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que
nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios.
16:31 Jesús les respondió: ¿Ahora
creéis?
16:32 He aquí la hora viene, y ha venido
ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis
solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
16:33 Estas cosas os he hablado para que en mí
tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo.
Capítulo 17
Jesús ora por sus discípulos
17:1 Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo,
dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo,
para que también tu Hijo te glorifique a ti;
17:2 como le has dado potestad sobre toda carne,
para que dé vida eterna a todos los que le diste.
17:3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan
a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
17:4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado
la obra que me diste que hiciese.
17:5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú
al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
17:6 He manifestado tu nombre a los hombres que
del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.
17:7 Ahora han conocido que todas las cosas que
me has dado, proceden de ti;
17:8 porque las palabras que me diste, les he
dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí
de ti, y han creído que tú me enviaste.
17:9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo,
sino por los que me diste; porque tuyos son,
17:10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo
mío; y he sido glorificado en ellos.
17:11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos
están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has
dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como
nosotros.
17:12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo
los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y
ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para
que la Escritura se cumpliese.
17:13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el
mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
17:14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los
aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17:15 No ruego que los quites del mundo, sino
que los guardes del mal.
17:16 No son del mundo, como tampoco yo soy del
mundo.
17:17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra
es verdad.
17:18 Como tú me enviaste al mundo, así
yo los he enviado al mundo.
17:19 Y por ellos yo me santifico a mí
mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
17:20 Mas no ruego solamente por éstos,
sino también por los que han de creer en mí por la palabra
de ellos,
17:21 para que todos sean uno; como tú,
oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
17:22 La gloria que me diste, yo les he dado,
para que sean uno, así como nosotros somos uno.
17:23 Yo en ellos, y tú en mí,
para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú
me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí
me has amado.
17:24 Padre, aquellos que me has dado, quiero
que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que
vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación
del mundo.
17:25 Padre justo, el mundo no te ha conocido,
pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
17:26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo
daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado,
esté en ellos, y yo en ellos.
Capítulo 18
Arresto de Jesús
(Mt. 26.47-56; Mr.
14.43-50; Lc. 22.47-53)
18:1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos
al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto,
en el cual entró con sus discípulos.
18:2 Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel
lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí
con sus discípulos.
18:3 Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y
alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí
con linternas y antorchas, y con armas.
18:4 Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían
de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A
quién buscáis?
18:5 Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo:
Yo
soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.
18:6 Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron,
y cayeron a tierra.
18:7 Volvió, pues, a preguntarles: ¿A
quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno.
18:8 Respondió Jesús: Os he dicho
que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos;
18:9 para que se cumpliese aquello que había
dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.
18:10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la
desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó
la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
18:11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete
tu espada en la vaina; la copa
que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?
Jesús ante el sumo sacerdote
(Mt. 26.57-58; Mr.
14.53-54; Lc. 22.54)
18:12 Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los
alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron,
18:13 y le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de
Caifás, que era sumo sacerdote aquel año.
18:14 Era Caifás el que había dado el consejo a los judíos,
de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo.
Pedro en el patio de Anás
(Mt. 26.69-70; Mr.
14.66-68; Lc. 22.55-57)
18:15 Y seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo.
Y este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró
con Jesús al patio del sumo sacerdote;
18:16 mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo
que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo
entrar a Pedro.
18:17 Entonces la criada portera dijo a Pedro: ¿No eres tú
también de los discípulos de este hombre? Dijo él:
No lo soy.
18:18 Y estaban en pie los siervos y los alguaciles que habían
encendido un fuego; porque hacía frío, y se calentaban; y
también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose.
Anás interroga a Jesús
(Mt. 26.59-66; Mr.
14.55-64; Lc. 22.66-71)
18:19 Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus
discípulos y de su doctrina.
18:20 Jesús le respondió: Yo públicamente
he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el
templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado
en oculto.
18:21 ¿Por qué me preguntas a mí?
Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he
aquí, ellos saben lo que yo he dicho.
18:22 Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que
estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes
al sumo sacerdote?
18:23 Jesús le respondió: Si he
hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por
qué me golpeas?
18:24 Anás entonces le envió atado a Caifás, el
sumo sacerdote.
Pedro niega a Jesús
(Mt. 26.71-75; Mr.
14.69-72; Lc. 22.58-62)
18:25 Estaba, pues, Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron:
¿No eres tú de sus discípulos? El negó, y dijo:
No lo soy.
18:26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien
Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el
huerto con él?
18:27 Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo.
Jesús ante Pilato
(Mt. 27.1-2, 11-31; Mr.
15.1-20; Lc. 23.1-5, 13-25)
18:28 Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio.
Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse,
y así poder comer la pascua.
18:29 Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué
acusación traéis contra este hombre?
18:30 Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor,
no te lo habríamos entregado.
18:31 Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según
vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está
permitido dar muerte a nadie;
18:32 para que se cumpliese la palabra que Jesús había
dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir.
18:33 Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó
a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
18:34 Jesús le respondió: ¿Dices
tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
18:35 Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío?
Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí.
¿Qué has hecho?
18:36 Respondió Jesús: Mi reino
no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían
para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es
de aquí.
18:37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió
Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo
para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio
a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.
18:38 Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo
dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no
hallo en él ningún delito.
18:39 Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno
en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los
judíos?
18:40 Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a éste,
sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón.
Capítulo 19
19:1 Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó.
19:2 Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron
sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura;
19:3 y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y
le daban de bofetadas.
19:4 Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo
traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo
en él.
19:5 Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el
manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!
19:6 Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles,
dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!
Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito
en él.
19:7 Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y
según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo
de Dios.
19:8 Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo.
19:9 Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús:
¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta.
19:10 Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No
sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para
soltarte?
19:11 Respondió Jesús: Ninguna
autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba;
por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.
19:12 Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos
daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César;
todo el que se hace rey, a César se opone.
19:13 Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús,
y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en
hebreo Gabata.
19:14 Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta.
Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey!
19:15 Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale!
Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los
principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.
19:16 Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese
crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron.
Crucifixión y muerte de Jesús
(Mt. 27.32-50; Mr.
15.21-37; Lc. 23.26-49)
19:17 Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de
la Calavera, y en hebreo, Gólgota;
19:18 y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno
a cada lado, y Jesús en medio.
19:19 Escribió también Pilato un título, que puso
sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS
JUDÍOS.
19:20 Y muchos de los judíos leyeron este título; porque
el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad,
y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.
19:21 Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos:
No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey
de los judíos.
19:22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.
19:23 Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron
sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron
también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido
de arriba abajo.
19:24 Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos
suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que
se cumpliese la Escritura, que dice:
Repartieron entre sí mis vestidos,
Y sobre mi ropa echaron suertes.
Y así lo hicieron los soldados.
19:25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana
de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
19:26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien
él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer,
he ahí tu hijo.
19:27 Después dijo al discípulo: He
ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la
recibió en su casa.
19:28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba
consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese:Tengo
sed.
19:29 Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos
empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se
la acercaron a la boca.
19:30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado
es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
El costado de Jesús traspasado
19:31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación
de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día
de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron
a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.
19:32 Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero,
y asimismo al otro que había sido crucificado con él.
19:33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto,
no le quebraron las piernas.
19:34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza,
y al instante salió sangre y agua.
19:35 Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero;
y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis.
19:36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura:
No será quebrado hueso suyo.
19:37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Jesús es sepultado
(Mt. 27.57-61; Mr.
15.42-47; Lc. 23.50-56)
19:38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era
discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos,
rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús;
y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo
de Jesús.
19:39 También Nicodemo, el que antes había visitado a
Jesús de noche,
vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras .
19:40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en
lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar
entre los judíos.
19:41 Y en el lugar donde había sido crucificado, había
un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había
sido puesto ninguno.
19:42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua
de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a
Jesús.
Capítulo 20
La resurrección
(Mt. 28.1-10; Mr.
16.1-8; Lc. 24.1-12)
20:1 El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana,
siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.
20:2 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo,
aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro
al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
20:3 Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro.
20:4 Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió
más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
20:5 Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí,
pero no entró.
20:6 Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró
en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,
20:7 y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús,
no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.
20:8 Entonces entró también el otro discípulo,
que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.
20:9 Porque aún no habían entendido la Escritura, que
era necesario que él resucitase de los muertos.
20:10 Y volvieron los discípulos a los suyos.
Jesús se aparece a María Magdalena
(Mr. 16.9-11)
20:11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras
lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;
20:12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban
sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de
Jesús había sido puesto.
20:13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo:
Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le
han puesto.
20:14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús
que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
20:15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por
qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando
que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado,
dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
20:16 Jesús le dijo: ¡María!
Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).
20:17 Jesús le dijo: No me toques, porque
aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo
a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
20:18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos
las nuevas de que había visto al Señor, y que él le
había dicho estas cosas.
Jesús se aparece a los discípulos
(Mt. 28.16-20; Mr.
16.14-18; Lc. 24.36-49)
20:19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero
de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos
estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto
en medio, les dijo: Paz a vosotros.
20:20 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el
costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
20:21 Entonces Jesús les dijo otra vez:
Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también
yo os envío.
20:22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid
el Espíritu Santo.
20:23 A quienes remitiereis los pecados, les
son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.
Incredulidad de Tomás
20:24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no
estaba con ellos cuando Jesús vino.
20:25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor
hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los
clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano
en su costado, no creeré.
20:26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos
dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las
puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz
a vosotros.
20:27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí
tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado;
y no seas incrédulo, sino creyente.
20:28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor
mío, y Dios mío!
20:29 Jesús le dijo: Porque me has visto,
Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
El propósito del libro
20:30 Hizo además Jesús muchas otras señales en
presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas
en este libro.
20:31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús
es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida
en su nombre.
Capítulo 21
Jesús se aparece a siete de sus discípulos
21:1 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez
a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó
de esta manera:
21:2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo,
Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos
de sus discípulos.
21:3 Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos
nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella
noche no pescaron nada.
21:4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en
la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús.
21:5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis
algo de comer? Le respondieron: No.
21:6 El les dijo: Echad la red a la derecha de
la barca, y hallaréis. Entonces
la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
21:7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo
a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó
que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había
despojado de ella), y se echó al mar.
21:8 Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando
la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.
21:9 Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima
de ellas, y pan.
21:10 Jesús les dijo: Traed de los peces
que acabáis de pescar.
21:11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra,
llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la
red no se rompió.
21:12 Les dijo Jesús: Venid, comed.
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú,
quién eres? sabiendo que era el Señor.
21:13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo
del pescado.
21:14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a
sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.
Apacienta mis ovejas
21:15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro:
Simón,
hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le
respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo.
El le dijo: Apacienta mis corderos.
21:16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón,
hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió:
Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea
mis ovejas.
21:17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo
de Jonás, ¿me amas? Pedro
se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas?
y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú
sabes que te amo. Jesús le dijo:
Apacienta
mis ovejas.
21:18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras
más joven, te ceñías, e ibas a donde querías;
mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá
otro, y te llevará a donde no quieras.
21:19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había
de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.
El discípulo amado
21:20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo
a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado
al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién
es el que te ha de entregar?
21:21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y
qué de éste?
21:22 Jesús le dijo: Si quiero que él
quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
21:23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que
aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo
que no moriría, sino: Si quiero que él
quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
21:24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas,
y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
21:25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús,
las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo
cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.
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