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Capítulo 1
El Verbo hecho carne
1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo
era Dios.
1:2 Este era en el principio con Dios.
1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada
de lo que ha sido hecho, fue hecho.
1:4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
1:5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron
contra ella.
1:6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
1:7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz,
a fin de que todos creyesen por él.
1:8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
1:9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía
a este mundo.
1:10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el
mundo no le conoció.
1:11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
1:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne,
ni de voluntad de varón, sino de Dios.
1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros
(y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno
de gracia y de verdad.
1:15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este
es de quien yo decía: El que viene después de mí,
es antes de mí; porque era primero que yo.
1:16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
1:17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia
y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
1:18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que
está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Testimonio de Juan el Bautista
(Mt. 3.11-12; Mr.
1.7-8; Lc. 3.15-17)
1:19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron
de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú,
quién eres?
1:20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy
el Cristo.
1:21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú
Elías?
Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta?
Y respondió: No.
1:22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta
a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
1:23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad
el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
1:24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.
1:25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues,
bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
1:26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en
medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
1:27 Este es el que viene después de mí, el que es antes
de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
1:28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán,
donde Juan estaba bautizando.
El Cordero de Dios
1:29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía
a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo.
1:30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene
un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que
yo.
1:31 Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel,
por esto vine yo bautizando con agua.
1:32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu
que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
1:33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar
con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu
y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu
Santo.
1:34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo
de Dios.
Los primeros discípulos
1:35 El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
1:36 Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He
aquí el Cordero de Dios.
1:37 Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.
1:38 Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían,
les dijo: ¿Qué buscáis?
Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde
moras?
1:39 Les dijo: Venid y ved. Fueron, y
vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque
era como la hora décima.
1:40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos
que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús.
1:41 Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo:
Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).
1:42 Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo:
Tú
eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado
Cefas (que quiere decir, Pedro).
Jesús llama a Felipe y a Natanael
1:43 El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló
a Felipe, y le dijo: Sígueme.
1:44 Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.
1:45 Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel
de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas:
a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
1:46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno?
Le dijo Felipe: Ven y ve.
1:47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de
él: He aquí un verdadero israelita,
en quien no hay engaño.
1:48 Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió
Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara,
cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
1:49 Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres
el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
1:50 Respondió Jesús y le dijo:
¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores
que estas verás.
1:51 Y le dijo: De cierto, de cierto os digo:
De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles
de Dios que suben y descienden
sobre el Hijo del Hombre.
Capítulo 2
Las bodas de Caná
2:1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea;
y estaba allí la madre de Jesús.
2:2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus
discípulos.
2:3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen
vino.
2:4 Jesús le dijo: ¿Qué
tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
2:5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
2:6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme
al rito de la purificación de los judíos, en cada una de
las cuales cabían dos o tres cántaros.
2:7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas
de agua. Y las llenaron hasta arriba.
2:8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo
al maestresala. Y se lo llevaron.
2:9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber
él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que
habían sacado el agua, llamó al esposo,
2:10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya
han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el
buen vino hasta ahora.
2:11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná
de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron
en
él.
2:12 Después de esto descendieron a Capernaum,
él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron
allí no muchos días.
Jesús purifica el templo
(Mt. 21.12-13; Mr.
11.15-18; Lc. 19.45-46)
2:13 Estaba cerca la pascua
de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén,
2:14 y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas
y palomas, y a los cambistas allí sentados.
2:15 Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a
todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los
cambistas, y volcó las mesas;
2:16 y dijo a los que vendían palomas: Quitad
de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de
mercado.
2:17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito:
El celo de tu casa me consume.
2:18 Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué
señal nos muestras, ya que haces esto?
2:19 Respondió Jesús y les dijo: Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré.
2:20 Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años
fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?
2:21 Mas él hablaba del templo de su cuerpo.
2:22 Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos
se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la
palabra que Jesús había dicho.
Jesús conoce a todos los hombres
2:23 Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron
en su nombre, viendo las señales que hacía.
2:24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía
a todos,
2:25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del
hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.
Capítulo 3
Jesús y Nicodemo
3:1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un
principal entre los judíos.
3:2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos
que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales
que tú haces, si no está Dios con él.
3:3 Respondió Jesús y le dijo: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver
el reino de Dios.
3:4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo
viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre,
y nacer?
3:5 Respondió Jesús: De cierto,
de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu,
no puede entrar en el reino de Dios.
3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y
lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
3:7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario
nacer de nuevo.
3:8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su
sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así
es todo aquel que es nacido del Espíritu.
3:9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede
hacerse esto?
3:10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres
tú maestro de Israel, y no sabes esto?
3:11 De cierto, de cierto te digo, que lo que
sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís
nuestro testimonio.
3:12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis,
¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
3:13 Nadie subió al cielo, sino el que
descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
3:14 Y como Moisés levantó la serpiente
en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
3:15 para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.
De tal manera amó Dios al mundo
3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
3:18 El que en él cree, no es condenado;
pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en
el nombre del unigénito Hijo de Dios.
3:19 Y esta es la condenación: que la
luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la
luz, porque sus obras eran malas.
3:20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece
la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
3:21 Mas el que practica la verdad viene a la
luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
El amigo del esposo
3:22 Después de esto, vino Jesús con sus discípulos
a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba.
3:23 Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque
había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados.
3:24 Porque Juan no había sido aún encarcelado.
3:25 Entonces hubo discusión entre los discípulos de
Juan y los judíos acerca de la purificación.
3:26 Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba
contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio,
bautiza, y todos vienen a él.
3:27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada,
si no le fuere dado del cielo.
3:28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo,
sino que soy enviado delante de él.
3:29 El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo,
que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo;
así pues, este mi gozo está cumplido.
3:30 Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
El que viene de arriba
3:31 El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra,
es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre
todos.
3:32 Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio.
3:33 El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es
veraz.
3:34 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues
Dios no da el Espíritu por medida.
3:35 El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.
3:36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa
creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está
sobre él.
Capítulo 4
Jesús y la mujer samaritana
4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían
oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos
que Juan
4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad
que Jacob dio a su hijo José.
4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado
del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora
sexta.
4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo:
Dame
de beber.
4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar
de comer.
4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo
judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?
Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.
4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si
conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber;
tú le pedirías, y él te daría agua viva.
4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla,
y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que
nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
4:13 Respondió Jesús y le dijo:Cualquiera
que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré,
no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga
yo sed, ni venga aquí a sacarla.
4:16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido,
y ven acá.
4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús
le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que
ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís
que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme,
que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis
al Padre.
4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis;
nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los
judíos.
4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran,
en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías,
llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las
cosas.
4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla
contigo.
4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que
hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas?
o, ¿Qué hablas con ella?
4:28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad,
y dijo a los hombres:
4:29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No
será éste el Cristo?
4:30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
4:31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí,
come.
4:32 El les dijo: Yo tengo una comida que comer,
que vosotros no sabéis.
4:33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le
habrá traído alguien de comer?
4:34 Jesús les dijo: Mi comida es que
haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
4:35 ¿No decís vosotros: Aún
faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad
vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la
siega.
4:36 Y el que siega recibe salario, y recoge
fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el
que siega.
4:37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno
es el que siembra, y otro es el que siega.
4:38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros
no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus
labores.
4:39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él
por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo
lo que he hecho.
4:40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que
se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.
4:41 Y creyeron muchos más por la palabra de él,
4:42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho,
porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente
éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
Jesús sana al hijo de un noble
4:43 Dos días después, salió de allí y fue
a Galilea.
4:44 Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no
tiene honra en su propia tierra.
4:45 Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto
todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta;
porque también ellos habían ido a la fiesta.
4:46 Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde
había convertido el agua en vino.
Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo.
4:47 Este, cuando oyó que Jesús había llegado
de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y
sanase a su hijo, que estaba a punto de morir.
4:48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis
señales y prodigios, no creeréis.
4:49 El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que
mi hijo muera.
4:50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive.
Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
4:51 Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle,
y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive.
4:52 Entonces él les preguntó a qué hora había
comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó
la fiebre.
4:53 El padre entonces entendió que aquella era la hora en que
Jesús le había dicho: Tu hijo vive;
y creyó él con toda su casa.
4:54 Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea
a Galilea.
Capítulo 5
El paralítico de Betesda
5:1 Después de estas cosas había una fiesta de los judíos,
y subió Jesús a Jerusalén.
5:2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un
estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.
5:3 En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos,
cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.
5:4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al
estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque
después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad
que tuviese.
5:5 Y había allí un hombre que hacía treinta y
ocho años que estaba enfermo.
5:6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho
tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
5:7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me
meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy,
otro desciende antes que yo.
5:8 Jesús le dijo: Levántate, toma
tu lecho, y anda.
5:9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho,
y anduvo. Y era día de reposo aquel día.
5:10 Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido
sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho.
5:11 El les respondió: El que me sanó, él mismo
me dijo: Toma tu lecho y anda.
5:12 Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo:
Toma tu lecho y anda?
5:13 Y el que había sido sanado no sabía quién
fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba
en aquel lugar.
5:14 Después le halló Jesús en el templo, y le
dijo: Mira, has sido sanado; no peques más,
para que no te venga alguna cosa peor.
5:15 El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús
era el que le había sanado.
5:16 Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús,
y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día
de reposo.
5:17 Y Jesús les respondió: Mi
Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.
5:18 Por esto los judíos aun más procuraban matarle,
porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también
decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
La autoridad del Hijo
5:19 Respondió entonces Jesús, y les dijo: De
cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo,
sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también
lo hace el Hijo igualmente.
5:20 Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra
todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará,
de modo que vosotros os maravilléis.
5:21 Porque como el Padre levanta a los muertos,
y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.
5:22 Porque el Padre a nadie juzga, sino que
todo el juicio dio al Hijo,
5:23 para que todos honren al Hijo como honran
al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
5:24 De cierto, de cierto os digo: El que oye
mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá
a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
5:25 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora,
y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y
los que la oyeren vivirán.
5:26 Porque como el Padre tiene vida en sí
mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí
mismo;
5:27 y también le dio autoridad de hacer
juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.
5:28 No os maravilléis de esto; porque
vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán
su voz;
5:29 y los que hicieron lo bueno, saldrán
a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección
de condenación.
Testigos de Cristo
5:30 No puedo yo hacer nada por mí mismo;
según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco
mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.
5:31 Si yo doy testimonio acerca de mí
mismo, mi testimonio no es verdadero.
5:32 Otro es el que da testimonio acerca de mí,
y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.
5:33 Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y
él dio testimonio de la verdad.
5:34 Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno;
mas digo esto, para que vosotros seáis salvos.
5:35 El era antorcha que ardía y alumbraba;
y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.
5:36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de
Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas
obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.
5:37 También el Padre que me envió
ha dado testimonio de mí.
Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto,
5:38 ni tenéis su palabra morando en vosotros;
porque a quien él envió, vosotros no creéis.
5:39 Escudriñad las Escrituras; porque
a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas
son las que dan testimonio de mí;
5:40 y no queréis venir a mí para
que tengáis vida.
5:41 Gloria de los hombres no recibo.
5:42 Mas yo os conozco, que no tenéis
amor de Dios en vosotros.
5:43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no
me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.
5:44 ¿Cómo podéis vosotros
creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis
la gloria que viene del Dios único?
5:45 No penséis que yo voy a acusaros
delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis
vuestra esperanza.
5:46 Porque si creyeseis a Moisés, me
creeríais a mí, porque de mí escribió él.
5:47 Pero si no creéis a sus escritos,
¿cómo creeréis a mis palabras?
Capítulo 6
Alimentación de los cinco mil
(Mt. 14.13-21; Mr.
6.30-44; Lc. 9.10-17)
6:1 Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea,
el de Tiberias.
6:2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales
que hacía en los enfermos.
6:3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó
allí con sus discípulos.
6:4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.
6:5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había
venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De
dónde compraremos pan para que coman éstos?
6:6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía
lo que había de hacer.
6:7 Felipe le respondió: Doscientos denarios
de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.
6:8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón
Pedro, le dijo:
6:9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada
y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?
6:10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar
la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron
como en número de cinco mil varones.
6:11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias,
los repartió entre los discípulos, y los discípulos
entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.
6:12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged
los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.
6:13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los
cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.
6:14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús
había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había
de venir al mundo.
6:15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse
de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él
solo.
Jesús anda sobre el mar
(Mt. 14.22-27; Mr.
6.45-52)
6:16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar,
6:17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum.
Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.
6:18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba.
6:19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios,
vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca;
y tuvieron miedo.
6:20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis.
6:21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó
en seguida a la tierra adonde iban.
La gente busca a Jesús
6:22 El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar
vio que no había habido allí más que una sola barca,
y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos,
sino que éstos se habían ido solos.
6:23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al
lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias
el Señor.
6:24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí,
ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum,
buscando a Jesús.
Jesús, el pan de vida
6:25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí,
¿cuándo llegaste acá?
6:26 Respondió Jesús y les dijo: De
cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis
visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
6:27 Trabajad, no por la comida que perece, sino
por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os
dará; porque a éste señaló Dios el Padre.
6:28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner
en práctica las obras de Dios?
6:29 Respondió Jesús y les dijo: Esta
es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
6:30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces
tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?
6:31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto,
como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
6:32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto
os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el
verdadero pan del cielo.
6:33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió
del cielo y da vida al mundo.
6:34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
6:35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de
vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en
mí cree, no tendrá sed jamás.
6:36 Mas os he dicho, que aunque me habéis
visto, no creéis.
6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá
a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
6:38 Porque he descendido del cielo, no para
hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
6:39 Y esta es la voluntad del Padre, el que
me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que
lo resucite en el día postrero.
6:40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado:
Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna;
y yo le resucitaré en el día postrero.
6:41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había
dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
6:42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo
de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo,
pues, dice éste: Del cielo he descendido?
6:43 Jesús respondió y les dijo:No
murmuréis entre vosotros.
6:44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre
que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día
postrero.
6:45 Escrito está en los profetas: Y serán
todos enseñados por Dios.
Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de
él, viene a mí.
6:46 No que alguno haya visto al Padre, sino
aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.
6:47 De cierto, de cierto os digo: El que cree
en mí, tiene vida eterna.
6:48 Yo soy el pan de vida.
6:49 Vuestros padres comieron el maná
en el desierto, y murieron.
6:50 Este es el pan que desciende del cielo,
para que el que de él come, no muera.
6:51 Yo soy el pan vivo que descendió
del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y
el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida
del mundo.
6:52 Entonces los judíos contendían entre sí,
diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
6:53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto
os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis
su sangre, no tenéis vida en vosotros.
6:54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
6:55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi
sangre es verdadera bebida.
6:56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en
mí permanece, y yo en él.
6:57 Como me envió el Padre viviente,
y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también
vivirá por mí.
6:58 Este es el pan que descendió del
cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el
que come de este pan, vivirá eternamente.
6:59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
Palabras de vida eterna
6:60 Al oirlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta
palabra; ¿quién la puede oír?
6:61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos
murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende?
6:62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo
del Hombre subir adonde estaba primero?
6:63 El espíritu es el que da vida; la
carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu
y son vida.
6:64 Pero hay algunos de vosotros que no creen.
Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran
los que no creían, y quién le había de entregar.
6:65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno
puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.
6:66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás,
y ya no andaban con él.
6:67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis
acaso iros también vosotros?
6:68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a
quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
6:69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres
el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
6:70 Jesús les respondió: ¿No
os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?
6:71 Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste
era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.
Capítulo 7
Incredulidad de los hermanos de Jesús
7:1 Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues
no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle.
7:2 Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos;
7:3 y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea,
para que también tus discípulos vean las obras que haces.
7:4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto.
Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo.
7:5 Porque ni aun sus hermanos creían en él.
7:6 Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo
aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto.
7:7 No puede el mundo aborreceros a vosotros;
mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus
obras son malas.
7:8 Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía
a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.
7:9 Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea.
Jesús en la fiesta de los tabernáculos
7:10 Pero después que sus hermanos habían subido, entonces
él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino
como en secreto.
7:11 Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían:
¿Dónde está aquél?
7:12 Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud,
pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que
engaña al pueblo.
7:13 Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los
judíos.
7:14 Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo,
y enseñaba.
7:15 Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo
sabe éste letras, sin haber estudiado?
7:16 Jesús les respondió y dijo:
Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
7:17 El que quiera hacer la voluntad de Dios,
conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia
cuenta.
7:18 El que habla por su propia cuenta, su propia
gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste
es verdadero, y no hay en él injusticia.
7:19 ¿No os dio Moisés la ley,
y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis
matarme?
7:20 Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién
procura matarte?
7:21 Jesús respondió y les dijo: Una
obra hice, y todos os maravilláis.
7:22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión
(no porque sea de Moisés, sino de los padres);
y en el día de reposo circuncidáis al hombre.
7:23 Si recibe el hombre la circuncisión
en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada,
¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané
completamente a un hombre?
7:24 No juzguéis según las apariencias,
sino juzgad con justo juicio.
¿Es éste el Cristo?
7:25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es
éste a quien buscan para matarle?
7:26 Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán
reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo?
7:27 Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga
el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.
7:28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó
la voz y dijo: A mí me conocéis, y
sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero
el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
7:29 Pero yo le conozco, porque de él
procedo, y él me envió.
7:30 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano,
porque aún no había llegado su hora.
7:31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían:
El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales
que las que éste hace?
Los fariseos envían alguaciles para prender a Jesús
7:32 Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas
cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles
para que le prendiesen.
7:33 Entonces Jesús dijo: Todavía
un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió.
7:34 Me buscaréis, y no me hallaréis;
y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir.
7:35 Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde
se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a
los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos?
7:36 ¿Qué significa esto que dijo: Me
buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré,
vosotros no podréis venir?
Ríos de agua viva
7:37 En el último y gran día de la fiesta,
Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si
alguno tiene sed, venga a mí y beba.
7:38 El que cree en mí, como dice la Escritura,
de su interior correrán ríos de agua viva.
7:39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los
que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu
Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
División entre la gente
7:40 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían:
Verdaderamente éste es el profeta.
7:41 Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían:
¿De Galilea ha de venir el Cristo?
7:42 ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la
aldea de Belén,
de donde era David, ha de venir el Cristo?
7:43 Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él.
7:44 Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó
mano.
¡Nunca ha hablado hombre así!
7:45 Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos;
y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis
traído?
7:46 Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno
ha hablado como este hombre!
7:47 Entonces los fariseos les respondieron: ¿También
vosotros habéis sido engañados?
7:48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes,
o de los fariseos?
7:49 Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es.
7:50 Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche,
el cual era uno de ellos:
7:51 ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye,
y sabe lo que ha hecho?
7:52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también
galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta. 7:53 Cada uno se fue a su casa;
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